20.11.07

Taxi

La belleza que se impregna en la sonrisa plena de ingenuidad.
El resplandor en tus mejillas y en la línea de tus ojos.
Enriedo mi mano en tu pelo y te atraigo hasta el gemido de rechazo.
Lo que sigue es el amplio ronroneo satisfactorio al lamer tu cuello.
Mi mano bajo tu blusa encuentra la libertad de tus pechos,
sin otro sostén que el de la juventud.
Mientras las centellas del horizonte presagiaban tormenta.
Mientras el taxi acelera al cruzar la avenida.
El calor de tu cuerpo se contagia en mis manos,
mientras mi boca hace nido en tu hombro desnudo.
Es espejo retrovisor
el asiento de atrás
el voyeur conductor.
Los dos somos uno abalanzados, motivados al sabernos observados.
Tus manos frágiles pero inquietas,
la busqueda más allá del cinturón.
Tarifa, billetera, las gracias y las monedas.
La invitación al final del recorrido...
un nuevo viaje...
en ascensor.